Las emociones negativas se fijan a las células inmunológicas, cuando uno se deja invadir por el miedo.

"A diario, un médico ve personas con cáncer que han sido sometidas a un tratamiento u otro de consecuencias desastrosas y lo consideran un éxito porque las células cancerosas han desaparecido. No toman en consideración el desmejoramiento general del organismo, la amenaza de un cáncer ulterior debido al tratamiento en sí, ni el temor ni las depresiones en que suelen caer los enfermos que logran «curarse».

Vivir con un miedo constante, incluso sin tener cáncer, no es una señal de buena salud. La guerra no ha terminado; en lugar de combatir a la luz del día, el enemigo está agazapado, en posición de acecho.


La filosofía del tratamiento del cáncer es que la mente debe permanecer pasiva mientras los médicos entran a saco. Dicho de otro modo, se está estimulando un conflicto abierto en el sistema cuerpo-mente. ¿Cómo es posible que lo llamemos curación? En un conflicto entre la mente y el cuerpo, el paciente está combatiendo en dos frentes; pero sólo hay un cuerpo y una mente. ¿No es evidente, por tanto, que si hay un perdedor, habrá de ser él, el paciente?

No se trata de saber cómo ganar la guerra, sino cómo mantener la paz. El
Occidente no ha entendido que la manifestación física de una enfermedad sólo es un fantasma. Las células cancerosas que aterran al paciente y que los médicos combaten son también unos fantasmas; van y vienen, suscitando esperanza y desesperación, mientras el verdadero culpable, la memoria inquebrantable que genera la célula cancerosa, permanece agazapada en la sombra.

Exigimos que los enfermos demuestren heroísmo en un momento en que precisamente no están capacitados para ello, o jugamos con las cifras, transformando sus posibilidades de supervivencia en estadísticas.
El Ayurveda nos dice que hemos de buscar la causa de la enfermedad en un nivel más profundo de la conciencia donde poder hallar la vía de curación.

Cuando se es sencillamente uno mismo y no una «persona con cáncer», la reacción en cadena de la respuesta inmunológica con sus centenares de operaciones precisamente cronometradas, se dispara entonces firmemente decidida a ganar la batalla.

Pero, a partir del momento en que uno se deja invadir por un sentimiento de impotencia y miedo, esta cadena se rompe. Los neuropéptidos asociados a las emociones negativas se propagan, se fijan a las células inmunológicas y la respuesta inmunológica pierde su eficacia.

En este punto nace la paradoja: si no diéramos tanta importancia al cáncer y reaccionáramos ante él como ante algo tan normal como la gripe, tendríamos más posibilidades de restablecer la salud. Sin embargo, el diagnóstico del cáncer hace que el paciente se sienta muy anormal. El diagnóstico en sí es el punto de partida del círculo vicioso, como una serpiente que se muerde la cola hasta acabar consigo.

El hecho de que sus emociones se sitúen en un plano tan hondo no significa que los enfermos de cáncer no puedan modificarlas. Pueden dominar su sentimiento de impotencia y desesperación yendo hacia un nivel aún más profundo."

La curación Cuántica. Deepak Choprah. Páginas 83-84-85

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