La curación es en esencia un proceso mental, según Deepak Choprah

"La curación no es en esencia un proceso físico, sino un proceso mental.
Como médicos, cuando observamos la curación de un hueso fracturado o la remisión de un tumor maligno, sólo nos paramos a analizar el mecanismo físico. Pero el mecanismo físico es una pantalla. Detrás, hay algo mucho más abstracto, una forma de sabiduría que no puede verse ni tocarse.

Y, sin embargo, ese conocimiento, no me cabía la menor duda, es una fuerza
poderosa que no hemos aprendido a controlar."

Deepak Choprah. La Curación Cuántica

Las emociones negativas se fijan a las células inmunológicas, cuando uno se deja invadir por el miedo.

"A diario, un médico ve personas con cáncer que han sido sometidas a un tratamiento u otro de consecuencias desastrosas y lo consideran un éxito porque las células cancerosas han desaparecido. No toman en consideración el desmejoramiento general del organismo, la amenaza de un cáncer ulterior debido al tratamiento en sí, ni el temor ni las depresiones en que suelen caer los enfermos que logran «curarse».

Vivir con un miedo constante, incluso sin tener cáncer, no es una señal de buena salud. La guerra no ha terminado; en lugar de combatir a la luz del día, el enemigo está agazapado, en posición de acecho.


La filosofía del tratamiento del cáncer es que la mente debe permanecer pasiva mientras los médicos entran a saco. Dicho de otro modo, se está estimulando un conflicto abierto en el sistema cuerpo-mente. ¿Cómo es posible que lo llamemos curación? En un conflicto entre la mente y el cuerpo, el paciente está combatiendo en dos frentes; pero sólo hay un cuerpo y una mente. ¿No es evidente, por tanto, que si hay un perdedor, habrá de ser él, el paciente?

No se trata de saber cómo ganar la guerra, sino cómo mantener la paz. El
Occidente no ha entendido que la manifestación física de una enfermedad sólo es un fantasma. Las células cancerosas que aterran al paciente y que los médicos combaten son también unos fantasmas; van y vienen, suscitando esperanza y desesperación, mientras el verdadero culpable, la memoria inquebrantable que genera la célula cancerosa, permanece agazapada en la sombra.

Exigimos que los enfermos demuestren heroísmo en un momento en que precisamente no están capacitados para ello, o jugamos con las cifras, transformando sus posibilidades de supervivencia en estadísticas.
El Ayurveda nos dice que hemos de buscar la causa de la enfermedad en un nivel más profundo de la conciencia donde poder hallar la vía de curación.

Cuando se es sencillamente uno mismo y no una «persona con cáncer», la reacción en cadena de la respuesta inmunológica con sus centenares de operaciones precisamente cronometradas, se dispara entonces firmemente decidida a ganar la batalla.

Pero, a partir del momento en que uno se deja invadir por un sentimiento de impotencia y miedo, esta cadena se rompe. Los neuropéptidos asociados a las emociones negativas se propagan, se fijan a las células inmunológicas y la respuesta inmunológica pierde su eficacia.

En este punto nace la paradoja: si no diéramos tanta importancia al cáncer y reaccionáramos ante él como ante algo tan normal como la gripe, tendríamos más posibilidades de restablecer la salud. Sin embargo, el diagnóstico del cáncer hace que el paciente se sienta muy anormal. El diagnóstico en sí es el punto de partida del círculo vicioso, como una serpiente que se muerde la cola hasta acabar consigo.

El hecho de que sus emociones se sitúen en un plano tan hondo no significa que los enfermos de cáncer no puedan modificarlas. Pueden dominar su sentimiento de impotencia y desesperación yendo hacia un nivel aún más profundo."

La curación Cuántica. Deepak Choprah. Páginas 83-84-85

Ejemplo que pone en tela de juicio nuestra noción de "lo que es normal"

"Los indios tarahumara, del norte de Sonora, son conocidos por los fisiólogos porque pueden correr entre 40 y 80 km a diario a grandes alturas sin sentir molestia alguna. Algunas tribus participan semanalmente en este tipo de maratón.

Un fisiólogo estadounidense examinó al vencedor de una de esas carreras dos minutos después de haber pasado la línea de llegada. Descubrió que su ritmo cardíaco era mucho más lento que cuando había empezado a correr. Esta proeza es especialmente admirable, ya que los tarahumara viven, por lo general, con una ración de 100 kg de maíz por familia y año, y la mitad sirve para la fabricación de cerveza de maíz. Otros alimentos como los tubérculos son difíciles de encontrar, ya que la estación en que crecen es muy corta. Siendo capaces de desarrollarse a pesar de una alimentación tan pobre, los tarahumara son un claro ejemplo de una flexibilidad casi infinita de su sistema cuerpo-mente.

Además, su adaptación es tan perfecta, que cuando se les somete a un «régimen equilibrado», rico en vitaminas y minerales, muchos indígenas, en proporciones epidémicas, desarrollan enfermedades del corazón, hipertensión, trastornos de la piel y caries dentales, enfermedades que jamás conocieron con anterioridad.

Evidentemente, estos ejemplos ponen en tela de juicio nuestra definición de la
normalidad. Estos ejemplos ponen en tela de juicio nuestra definición de la
normalidad.


Lo «normal» es sencillamente la zona en que nos gusta vivir. No es una regla, sino una preferencia. Los indios tarahu-mara, probablemente porque son descendientes de los mensajeros del Imperio de los incas, recorrían los Andes de un lado a otro ajustándose a una normalidad distinta de la nuestra, más ajustada a su estilo de vida. A pesar de su régimen alimenticio, la voluntad de sus antepasados de correr 70 km diarios era más fuerte que sus limitaciones corporales. Su organismo se adaptó a la inteligencia, sin lugar a dudas, y no a lo contrario.


La curación cuantica. Deepak Choprah. Página 68 y Página 72